sábado, 28 de septiembre de 2013

Pudin de aprovechamiento sabor limón y cobertura de queso

Aquí estoy de nuevo para enseñaros una de mis pifias culinarias y cómo sacar provecho de aquello que no nos sale demasiado bien.

El otro día quise hacer un bizcocho de yogur de limón, pero la receta pedía que blanquease los huevos con varilla eléctrica, que yo no tenía, así que intenté batirlos a mano, pero cuando el bizcocho salió del horno estaba duro como una piedra, no había subido prácticamente nada.

Un trocito de este bizcocho sí que nos comimos, bañado en leche condensada para que estuviese un poco más jugoso, pero pensé que aquello no estaba para comer más y se me ocurrió hacer con las sobras un pudin de aprovechamiento.

Este es el bizcocho recién salidito del horno, como veis, un poco plancha:


En fin, visto el desastre (por cierto, después de esto me he comprado unas varillas para mi batidora), me puse a hacer el pudin.

Para la receta desmigué lo que quedaba del bizcocho y lo eché al vaso de la batidora, le añadí unas 5 cucharadas de azúcar, 3 huevos y 1/2 litro de leche. Lo batí todo bien con la batidora, lo vertí en un molde (yo no puse caramelo porque no me gusta pero se puede caramelizar el molde antes) y al horno con él durante unos 40 minutos a 200 grados.

Así fue como quedó:


A este pastel tipo pudin se me ocurrió hacerle una cobertura de queso y nata. Para ello puse en un bol un brick de nata de montar, una cucharada de queso de untar y un poco de azucar glass y lo monté un buen rato con la varilla de la batidora, recién comprada.

Esta mezcla se la puse por encima cubriendo todo el pastel y lo adorné con fideos de colores y corazones de azúcar, simplemente por darle un toque de color, aunque he de reconocer que me encanta el crujidito de estas cosas, jejejeje.


Y aquí podéis ver el corte, que aunque no queda muy limpio porque chorrea un poco la cobertura, creo que tiene una pinta bastante apetitosa.


Y bueno, este fue el resultado de una pifia culinaria, un pudin con un saborcito muy rico a yogur de limón y una cobertura de queso cuyo resultado os sorprenderá.

Muchos besitos a tod@s y ¡¡a cocinar se ha dicho!!





jueves, 19 de septiembre de 2013

Chuletitas en salsa de cebolla

Hola de nuevo a todos mis cocinillas. Hoy os traigo una carne en salsa de lo más sencilla y rica, rica, rica. La carne es de cerdo, concretamente unas chuletas de cabeza que descongelé un día por error y tenía que guisar para poder volver a congelar.

En principio no sabía qué hacer con ellas, porque ese mismo día habíamos comido también chuletas, así que recordé la rica y fácil salsa de cebolla con la que acompañamos varios platos en casa, y pensé que estas chuletas debían estar ricas de esta forma.

Y sin más, me puse a ello. Lo primero que hice fue quitar los trocitos de hueso y el exceso de grasa a la carne y cortarlas en trocitos como los de la foto.


Acto seguido corté una cebolla mediana en trocitos muy pequeñitos, para que al pocharla se quedara casi deshecha. Además puse un diente de ajo muy picadito para que la salsa tuviera ese sabor tan especial que, a mi parecer, aportan el ajo y la cebolla sofritos. Puse esta picada en la sartén con el fondo cubierto de aceite y eché un poco de sal sobre ella. Todo esto al fuego hasta que quedó bien pochado.


Una vez lista la cebolla y el ajo puse sobre ella la carne y añadí un vaso de vino blanco, dos vasos de agua, una pizca de pimienta molida, una hoja de laurel, un poco de colorante en polvo y una pastilla de caldo de carne.


Todo esto se deja hervir para que la salsa vaya espesando. En caso de que vaya regastando el caldo y la carne aún no esté tierna se debe ir añadiendo agua durante la cocción, hasta que comprobemos que el punto de la carne es el adecuado. Yo tuve que añadir agua al menos dos veces más, pero el resultado es una salsa súper rica en la que es casi un pecado no mojar pan.


Como veis no tengo foto del resultado emplatado, pero es que como era para congelar pues lo metí en un recipiente y lo llevé al congelador, y como mi cabeza funciona de aquella manera, pues el día que nos lo comimos se me olvidó hacerle la foto. Pero bueno, os garantizo que estaba de rechupete y que vale la pena hacer esta receta tan sencilla y socorrida.

Esta misma salsa la hacemos en casa para las albóndigas o para filetes de pollo y les encanta a todos. Sólo hay que tener en cuenta que tanto para las albóndigas no hay que poner vino blanco, porque se desharían las bolas, tan sólo cubrirlas de agua. Además, como ya están cocinadas el tiempo de cocción es mucho menor, lo suficiente para que se forme la salsa. En el caso de que lo hagáis con filetes de pollo sí se puede poner un poco de vino, pero no tanto como aquí, con medio vasito bastaría.

Bueno, esta receta de hoy es de lo más sencilla así que no tenéis excusa para no hacerla. Y encima os perfumará toda la casa con su olorcito, eso os lo garantizo. 

Ya sabéis, a cocinar!!